martes, 21 de mayo de 2013

Vida de Sabueso - Parte 2

Entrega inmediata


Una tarde de otoño, cerca del cierre del super, Sergio comenzaba la rutina diaria de reponer las golosinas. Otra tarea "adicional" que le encomendaban sus superiores y no tenía nada que ver con la acción.
Mexicaneaba un par de chocolates, rompiéndolos antes y reportando que seguramente esto había sido obra de malvivientes a quienes atraparía la próxima vez.

Una vez que él hizo orden en el pabellón de la dulzura, verificó uno a uno el cierre de los lockers y buscó la moneda de un peso que algunos ilusos dejaban por no leer con detenimiento los carteles de "locker gratis". De los 30 lockers, se hizo con cinco pesos, bajo para el promedio diario, pero dentro de los parámetros esperados.  Al llegar al locker 25, se percató de que estaba cerrado. "No se puede dejar cerrado, pensó, alguien debe haberse llevado la llave". Por su cabeza rondaba la idea de romperlo y quedarse con el contenido. Tenía que esperar a que se fueran todos.

En otra parte del super estaba Cynthia (o algo así, nunca lo había visto escrito). La jóven y simpática empleada de la línea de cajas, a quién no se animaba a hablarle. Más que frases hechas y de compromiso . "Qué frío eh!", "Trabajás el fin de semana?", "Feliz día de la mujer", formaban entre otras, un decálogo de obviedades dichas para llenar vacíos incómodos.  Ella le sonreía. El se ponía nervioso. Y así...
En ese momento Cynthia intentaba pedirle amablemente a un borracho que se retire y se suba el pantalón.  El beodo,  abrazado a la góndola, buscaba obtener el elíxir de la vid en su dosis diaria de dos litros. El más barato, el genérico, ese que calienta el corazón y templa el alma. "Señor por favor, estamos por cerrar" suplicó Cynthia. "Mnshfnnsmmngffgg" fue la respuesta que obtuvo, perfumada de un vaho producto de décadas de abuso etílico.

Una buena oportunidad para que Sergio acudiera en su rescate. Tomó el amansaloco de debajo de su atril y blandiéndolo cual bo en una película de artes marciales al firme grito de "Retírese Sr, si es tan amable" logró reducir al curda, quién se retiró torpemente, no sin antes dar dos tragos a un tetra hábilmente abierto y tirarse un pedo que permanecería allí por una eternidad.

"Gracias me salvaste" dijo una cynthia con una sonrisa.  "Ehh este, es mi trabajo" devolvió Sergio, colorado como un tomate. "El sábado salimos con todos los compañeros del trabajo a tomar algo, por ahí queres venir, es el cumpleaños de Karen" invitó Cynthia, que sabía que Sergio era soltero, es sabido que en los supermercados se sabe todo de todos. "Bueno, vemos" respondió Sergio. El sábado por la noche miraba la maratón de cine de acción, comiendo seis empanadas fritas y tomando un porrón de cerveza negra. Por más que Cynthia le gustara, tenía que evaluar los pro y los contra de perder el punto luminoso de su semana.

De pronto, un pensamiento volvió como un rayo y recordó "El locker!" Para cuándo retomó la tarea de abrirlo, alguien había retirado el contenido su contenido.

Mirándo rápidamente vio a Li, dueño del super chino. cruzando la calle con un paquete bajo el brazo. 
Al llegar Li no se dió cuenta que era observado, le dijo seis o siete palabras en chino a la cajera, un par de gestos con ademanes ampulosos  y miró sonriente  el paquete.

En ese momento, una Camioneta Traffic estacionó en la puerta del Super Chino. Tres tipos que parecían ninjas, pero con ametralladoras, se bajaron y acribillaron a la cajera y al verdulero del altiplano, le pusieron una capucha a Li y lo montaron a la Camioneta, partiendo ráudamente, no sin antes dejar una marca con forma de caracter chino en la puerta.

Nadie atinó a hacer ningún movimiento dentro del chino, todos en la cola estupefactos. El super de Sergio ya estaba cerrado oficialmente. Su hora había terminado y  salió disparado en dirección a su ciclomotor. Corría con ventaja, ya que las obras que estaban realizando en el barrio igualaban la persecución traffic - moto. "Todo tiene que ver con ese paquete" pensó...

Continuará...

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