miércoles, 12 de agosto de 2015

#MejorEnBiciTips - Parte IX - Pedaleame que me gusta.

Sigo con el resúmen de consejos diarios para el ciclista urbano y la ciclista urbana.
#MejorEnBiciTips 241 Ojo con el tornillo y coso de metal que quedan cuando remueven el tapa cadena. Sobre todo si no usas broche para el pantalón.
#MejorEnBiciTips 242 Avisale a los chicos de la estación si la bici que dejas tiene algún desperfecto. Sirve para que la pongan en reparación.
#MejorEnBiciTips 243 Para avisarle a un tipo que está parado en la bicisenda y que se corra va muy bien el “Cuidado campeón”.  
#MejorEnBiciTips 244 Para avisarle a un minita que está parada en la bicisenda y que se corra va muy bien el “Cuidado bebé”. 
#MejorEnBiciTips 245 No abuses de la bocina, no seas denso.  
#MejorEnBiciTips 246 Pedaleá a tu ritmo, no hace falta correr carreras. 
#MejorEnBiciTips 247 Si vas por empedrado, aflojá bien las manos. Dejá que la rueda delantera se adapte al terreno.
#MejorEnBiciTips 248 Si estás muy apurado no vayas al mango, imaginá el tiempo que perderías si revoleás por el aire a un peatón.  
#MejorEnBiciTips 249 Para autos, usen el guiño y baliza para doblar y detenerse respectivamente. No sean malos.  
#MejorEnBiciTips 250 Si andas por la vereda, que sea a ritmo de peatón que camina lento.  
#MejorEnBiciTips 251 Dale con firmeza al anclaje cuando dejas la bici, mirá que puede no trabar.  
#MejorEnBiciTips 252 Paciencia con la tarjeta, demora unos 20 segundos hasta liberar el anclaje.
#MejorEnBiciTips 253 Si ves un barrendero en la bicisenda aminorá la marcha. Está haciendo su laburo.    
#MejorEnBiciTips 254 Si hay un auto detenido en la bicisenda y el sentido de la calle es contramano, es mejor subir a la vereda y caminar o ir despacio para sortearlo.
#MejorEnBiciTips 255 Si hay un auto detenido en la bicisenda y el sentido de la calle es a favor, es mejor pasar a la calle, mirando bien qué no venga nadie.
#MejorEnBiciTips 256 En día lluvioso, agregá toallas de papel para secar la bici/canasto antes de llevártela.
#MejorEnBiciTips 257 Los anteojos oscuros son facheros y sirven para que no te entren basuritas en los ojos al ciclar.    
#MejorEnBiciTips 258 Si los peatones tapan la subida a la vereda, esquivalos y subi más adelante es mejor que insultarlos para que se corran.
#MejorEnBiciTips 259 No descartes una bici por estar desinflada, en la Estación tripulada pueden tener inflador.
#MejorEnBiciTips 260 Si la bici hace mucho ruido, puede ser que el guardabarros trasero esté tocando, tal vez puedas separarlo.    
#MejorEnBiciTips 261 Si apoyaste la ETEV y te dice procesando pero no saca ninguna bici, repetí la operación.   
#MejorEnBiciTips 262 Si usas el 147/0800 tenele paciencia a la botonera del fono, tal vez tengas que repetir varias veces la operación.
#MejorEnBiciTips 263 Si llovizna podes cubrir el asiento con una bolsa de residuos y evitás mojarte el upite.
#MejorEnBiciTips 264  Si llegás con campera y medio húmedo al laburo, dejátela un rato así acelera el proceso de secado.
#MejorEnBiciTips 265 En época invernal, gorrito de lana reemplaza a cap.
#MejorEnBiciTips 266 En época invernal agregá guantes al kit.  
#MejorEnBiciTips 267 Ojo con 147 / 0800 uno no es totalmente gratis. Igual es la alternativa hasta que salga la app para Wphone.
#MejorEnBiciTips 268 En época invernal, abrigo externo grande interno poco. Llevar sweater para transición.
#MejorEnBiciTips 269 Si ves un tipo llevando una heladera por la bicisenda, es más fácil que vos te corras y no él.  
#MejorEnBiciTips 270 Si vas a dejar la bici en una estación no tripulada, calculá llegar 5 min antes por si está completa y no podes anclar.
Salute!


viernes, 7 de agosto de 2015

Guardias a mi

Madrugada en la guardia, igual a todas las demás, distinta de todo. Ser administrativo en una  guardia médica es una posición por demás incomoda, casi al punto de la tortícolis. Es ser el frontman del kilombo, el alfarero de los problemas, el alquimista de te la cuelo.

Y más aún,  si tenemos en cuenta que no hablamos de prepagas sino de hospitales públicos. Esos que los políticos se ufanan de tener impecables y las oposiciones de remarcar la falta de insumos o los agujeros en el techo.

Sandra es una de ellas, salario escueto y quiere largar todo a la mierda. Los médicos lindos, los maduros que le gustan no le dan bola. Ella sabe que se garchan a las residentes, a las enfermeras jóvenes, de a una o en grupo, según la ocasión y lo que haya para tomar.
Las leyendas urbanas se nutren de material de las guardias. Se forjan entre batas, suturas e ibuprofenos.

Sandra se siente fea, paso hace poco los 45, el cigarrillo le bajó dos octavas a su voz. Laburar de noche completa y corrida, la convirtió en una cuasi zombi,  mas del lado de los muertos que de las vivas.

"Nos vemos, hasta mañana" se despide cordialmente Pablito, el pendejo médico residente que se partía y  partía, completando su turno de 48hs. Inaccesible para ella, tenía que nacer de nuevo y llegar a los dieciocho en plenitud. “Podría ser tu madre, y darte el Edipo de tu vida pendejo”.

Las guardias son un lugar bizarro.

Puede ser que no pase nada durante horas, que el reloj se quede quieto y de golpes y porrazos llegan cuatro accidentados. Esa madrugada,  llegó uno solo.  Uno con cara de loco. A diferencia de otros borrachines de la zona y su hedor ancestral, olía a perfume. Tener un sobretodo cuando hacen 26 grados en febrero tampoco ayuda, menos si es acompañado por un gorro de lana y anteojos oscuros, en plena noche. Ese perfume era una bendición. Sandra lo sabía bien, sus fosas nasales habían catado las fragancias mas insalubres de los sobacos mas aromáticos.

"La puta madre, siempre está lleno esto y ahora no hay nadie” se persigno mentalmente. Si iban a violarla al menos tendría perfume, y no le venía mal una pistoleada. “Donde esta Luis, que tipo pajero!" puteó por lo bajo, asegurándose que el quía no la escuche. Luis era el “oficial de seguridad” que habían asignado desde el despelote del mes pasado.  Ese día se había armado la gorda, cuando dos bandas de la villa tuvieron un ajuste de cuentas allí mismo. Y la gorda Jennifer, líder del clan de los perucas y madama del paco , los había fusilado a quemarropa. Lo de pajero era con conocimiento de causa,  más de una vez lo había sorprendido en el baño cascándose. Se había comprado en mil cuotas un celular de última generación con 4G,  exclusivamente para mirar porno en tiempo real. Las enfermeras y doctoras jóvenes lo tenían re calado. Se paraban al lado en poses insinuantes y lo rozaban, sabiendo que le daban desde material para la frotación, hasta una probable ida en seco. Se le agachaban para preguntarle cosas y le susurraban al oído. Perras.

Las guardias son un lugar ingrato.

"Buenas noches señorita dijo el extraño. Hay que sacar numero?"  Esa voz era inconfundible, cuasi sensual. Lla había escuchado en la radio y en CD. El extraño del gorro de lana se sacó los lentes y le dio confirmación a lo que sus oídos estaban presumiendo. Esos ojos azul profundo le dieron un baldazo en sus partes nobles.

“Es Robledo!!! Lucas!!!” gritó en una voz casi adolescente, excepto por el tono de diariero. Tenía todos sus discos. Sus letras la enamoraban de pies a cabeza. En el ambiente tenia tantos detractores como fans, que aborrecían su melosidad y su rima cacosa, pero el target de las veteranas estaba completamente de su lado. Sus seguidoras eran reconocidas como las Lucrecias.

Qué estaba haciendo en un hospital público un día de semana a la madrugada?.  En seguida lo atienden. Tome asiento por favor.

Ella sabía que era mentira. Que el médico de guardia iba a volver dentro de media hora, después de culearse a la residente nueva, esa, tetoncita de culito firme y un ojo medio virulo.

Sabía que tenía que darle charla. Eran sus diez segundos de fama. “Usted es Lucas??” le preguntó con voz temblorosa.

“Jajaja qué linda, tutéame”. Hasta su sonrisa era melodiosa. ”Si soy yo. Te preguntarás que hago acá. Soy acérrimo defensor de lo público, me gusta atenderme en los hospitales nacionales, son de los mejores del mundo” exageró.  “Prefiero venir de incognito a la guardia porque los paparazzi me vuelven loco”. ”Necesito esta medicación bombona, y sé que la tienen en la farmacia”. Le extendió su brazo esculpido con un tatuaje de un pez Koji Extrabrut chino. En su mano, una receta.

Sandra era un cero en medicina, no entendía nada de salud, de pedo sabia llenar una ficha con los datos básicos de un paciente. Pero leer sabía muy bien y los nombres de la prescripción la llevaban  un arcoíris de antidepresivos y anfetaminas. Papota como para calmar a un regimiento de sus fans mas enfervorizadas.

Al pasar tres minutos, Lucas se acercó y le pidió a Sandra nuevamente si el doctor podía atenderlo, esta vez de manera un poco menos amable. La mirada amistosa se transformó en imperativa, casi violenta.

Dos segundos más tarde, lo tenía montado en el mostrador, mostrándole los dientes. "Linda, no me hagas enojar. Tengo que salir de gira mañana y las giras son largas. NECESITO LA MEDICACION"
"A ver quien sigue, señor" Irrumpió el médico de guardia. Imposible que fuera Luis, q debía haberse quedado dormido en la garita, soñando con tetas culitos y afines post paja.

"Al fin”, dijo Robledo y volteó para mirarlo. Entraron en el consultorio dos, el uno tenía un agujero en el techo marca cañón y en este momento había una reunión de consorcio de ratas.

"Se la hago corta doc, dos recetas de esto". La paciencia de Lucas tocaba fondo.

"Esto requiere de un Psiquiatra, yo soy clínico. No tenemos psiquiatra de guardia. Salud mental trabaja Lunes, Miércoles y Viernes”. Explicaba el médico de guardia. Sandra no conocía su nombre todavía, de su potencial salvador.

"Ah si? y llama a uno porque esto es una emergencia eh!, mira que me vengo loco eh!". En ese mismo momento se bajo los lienzos y comenzó a defecar sobre la camilla, mientras entonaba y bailaba su ultimo hit, “Amor de veranos es amor dulce y salado”.

El médico de guardia saltó rápido de su estupor. Se paro, y, con una mezcla de indignación y rabia, comenzó a golpear a Robledo con ganas. "La puta que te pario viejo de mierda!". No podía frenarse, años de facultad, de residencia, para tener que tolerar esto. No señor.

Como consecuencia de la seguidilla de piñas, Robledo comenzó a sangrar, y sangrar. Y no se desangraba ni quedaba inconsciente. Sólo atinaba a reírse, una risa digna de un loco de mierda. "Dame las pastillas putito". Y le mandó una escupida de un coágulo que decoró el guardapolvos del joven y ofuscado galeno.

Norma estaba paralizada. No podía reaccionar. Se le caía un ídolo.

Las guardias te liman el marulo.

Robledo tosió y escupió otra pelota número tres   de sangre. Extrajo de su bolsillo lo que aparentaba ser un control remoto, lo apunto al médico de guardia y presionó una combinación de botones.

"Qué está haciendo?" pensaba Norma, mirándo desde el escritorio.

Del control remoto salió un rayo azul. Paralizó al doc y lo puso boca abajo. Robledo seguía con los lienzos abajo, se le arrimó y se lo violo con ganas,  cantando uno de sus clásicos. “El amor tiene cara de rotweiler”, una canción dedicada a Nuri, su gato de toda la vida.
En ese preciso instante, un poco tarde para mi gusto y seguramente para el gusto  y la salud anal del ignoto galeno justiciero, irrumpió a toda velocidad el guardia, con manchas de tuco en los pantalones recién subidos y la bragueta semiabierta.

Sus ojos mostraban la lujuria de tres pajas al hilo, gracias a la magia de su material fílmico y haber mandado muchas cosas chachas al 2020.

Saco su pistola pero era tarde, nunca la había usado, tampoco pudo hacerlo esta vez.
Robledo le apunto con el control remoto. Esta vez el efecto fue hacerlo llorar. De angustia, darse cuenta que su vida no tiene sentido y que está más solo que nadie.

Solamente quedaba Norma, su libido pre menopausia estaba llamativamente alto, sin importar el desastre que allí reinaba.

“Cantame despacito al oído Robledo, acá tenes la llave de la droguería. Pero cantame despacito el tema Arrumacos, que es mi favorito” le dijo Sandra. Si la iban a hacer, que se la hagan bien. 
Robledo la miró con ojos de fuego y canto, dos veces. Sació el pipón apetito sexual de Norma, y le dio para que tenga, guarde y archive por duplicado. Quedó desparramada en la silla, puchito en la boca y nada qué hacer. Qué raro que no haya venido nadie.

Robledo se dirigió raudamente hacia la droguería. Se sirvió  siete cajas de pastis, varias más de las que figuraban en la receta, engulló varias y se iluminó como un esas nuevas linternas LED.
Salió caminando, bañado en sangre y sudor, pero siempre perfumado. Se subió a una moto Vespa que arrancó sin llave,  que se elevó en vuelo hasta perderse en dirección Alfacentauri.

El oficial y el medico, tuvieron pesadillas sobre esa noche durante meses. Y debieron buscar otro trabajo, de día, obviamente.

Norma tuvo sueños húmedos. Sigue trabajando en la guardia y esperando a su amor platónico.
Robledo bajó de los charts. La prensa especializada se pregunta qué fue de su vida, conjeturan con que se cansó de la fama y se fue su campo a terminar sus días. De tanto en tanto aparece un single pirata desde un estudio casero, para delirio de sus admiradoras que lo siguen en su canal de Yutuf.
Y cada otro tanto desaparece alguna provisión de ansiolíticos de algún que otro hospital público. De una guardia, a la madrugada.

Las guardias tienen vida propia. Mucha más que la de los que asisten a ellas.