El buda de la
9 de Julio reina desprejuiciado. Su ombligo profundo y su panza de vino
atestiguan sus excesos.
No conoció a
Pechito y nunca tendrá una placa con su nombre. Menos ahora que inauguraron el
monumento a las cataratas. Parece burla,
pero el solo hecho de sumergir sus patas sucias en ella resulta tentador y a la
vez asfixiante, como pasarle por al lado.
Un día el Buda
(una vez supo responder al nombre de Luis) se cansa de todo y siente un
designio divino. El mensaje le viene de abajo, justamente del lado opuesto a la
jurisdicción de Francisco.
En ese
momento, le parece adecuado manotearse el ganso ante la mirada atónita de
Laura, que va camino al trabajo. Si Laura, le dice, queréis un poco?. A ella le
asquea casi tanto como le aterra que sepa su nombre.
El Buda va
directo al Cajero Automático. Siembra el terror en el tocando todos los botones
y abrazando a un señor mayor, de esos que demoran mucho. El de seguridad no se
anima a sacarlo, le pagan demasiado poco para tener que combatir con armas
químicas.
Pasa por la
rotisería del Chino, esa que puso delante del super. Mete sus mugrosas manos en
la ensalada. Sigue hasta la verdulería del Peruca. Hace malabares con los kiwis
y le estampa un beso de lengua a la señora mayor, que podría ser la madre, tía,
hermana o hija del dueño.
Las
vibraciones se vuelven cada vez más fuertes y el buda comienza a elevarse,
primero a unos diez centímetros del piso. Más tarde a veinte. Ya se traslada levitando.
Un
automovilista se saca los mocos en el semáforo mientras ignora a un juglar
callejero. Buda pasa flotando por entremedio, su estela de vaho conmueve, al
malabarista se le cae todo.
Y es allí
donde Buda trasciende en serio, se eleva de verdad, y empieza a volar para dirigirse a donde las energías malvadas lo
invocan. Ese lugar se llama Congreso Nacional. Ahí su vibra detecta quiénes son
corruptos, quienes le entran a la Ricarda, quienes juegan con la voluntad
popular. Lluvia marrón para ellos, señores. Lluvia marrón para la clase
dirigente, para los negociados y la corrupción. Lluvia marrón de validación, de
hacerlos hijos suyos con todas las letras, total se limpian y después nos
siguen cagando.
“Bien hijo,
tu misión de este viaje ya está casi terminada”. Es navidad y esta fecha es ideal para acercar
mi infierno. Quiero que te entremezcles entre los piquetes por cortes de luz,
tengo a alguien de confianza en una posición del gobierno que se encarga de
manejar el tema eléctrico, en tres, dos uno. Pooof 24 barrios sin luz.
Buda sigue
planeando, 38 C de térmica a la sombra,
vuela por las casas de los que menos tienen, sobre todo educación y les
regala el deseo de robar, de ponerse a mano y de conseguir gratis y sin
esfuerzo.
Son las 3 de
la tarde, el asfalto de la 9 de Julio quema como fuego. El buda se eleva, más y
más.
La gente no
puede creer lo que ve, un gordo sucio en pelotas a media altura.
En el medio
del pavimento, se abre un agujero y el Buda entra como por un tubo. Se cierra,
dos autos chocan. Uno de los conductores se baja con un trabavolante y le rompe
todo lo que le quedó sano al otro de su auto y cara.
Normalidad señores,
eso es lo que nos falta en un diciembre como cualquier otro.
Nota del A: El Buda existe, y para preservar su identidad y el buen gusto de este blog, no incluirémos fotos de él. Si sos habitué del microcentro sabés de quién hablo.
Nota del A: El Buda existe, y para preservar su identidad y el buen gusto de este blog, no incluirémos fotos de él. Si sos habitué del microcentro sabés de quién hablo.