viernes, 20 de febrero de 2015

Los Super Capitos


Tarde que raja la tierra. 15:00 hs y 33° a la sombra en Avenida Corrientes, el asfalto se enciende.


Una pareja de viejitos turistas se pasea despreocupada, mirando vidrieras y buscando entradas para algún buen espectáculo de comedia picaresca. Esos en donde aparecen mujeres en culo, concheros de luxe y tipos que hacen chistes en tono subido. Precavidos, llevan una botellita de agua saborizada cada uno pero nula percepción de lo que pasa alrededor.


Los transeúntes los miran sin verlos. Un oficinista, que acaba de salir de trampa, camina velozmente hacia un puterío, con los segundos contados. Una minita despreocupada porque la calza engomada le marca un poco la concha,  marcha recubierta de secreciones visuales y guarangadas de todos los tonos.


Cero presencia policial, no parece un lugar en donde se vaya a sentir inseguridad. Sobre todo por el volúmen de gente que circula por esta importante arteria, tapada de grasa y a punto de morir de caloresterol.


Hasta al lustrabotas se le derriten las “Arolas” mientras le marcan aureolas. Hoy no va a ser un buen día. El pizzero se quiere ir, le duele la cabeza, el horno está para bollos  y chiva para el campeonato.


Pasan motoqueros fumados por la bicisenda, ya podemos llamarle motosenda? Tal vez motobicisenda, le cuadre mejor. Estos personajes fumateros en la 9 de Julio, después de continuar su rotation laboral. Seguro que se reúnen a fumar la pipa de la hash, y rezar que llueva para que el viaje valga doble.


En eso,  la señora Edith (torpeza la mía no hablerla presentado),  se topa ve con una simpática estatua del Gordo Porcel, con su silla de La Peluquería. “Ay Ernesto, por qué no me sacás una foto al lado del Gordo, te acordás lo que nos hacía reir”. (Pero qué qué mina rompepelotas, no veo la hora de que se muera...) “Si mi amor, sentate mientras saco la cámara de la funda”.


Ernesto y Edith, pensar que se habían conocido en el Bingo en Mar de Ajó hace ya 45 años. Les pareció curioso que sus nombres empezaran con la misma letra, tanto que sus hijos se llamaron Esteban y Elena (Sin H no iban a cagar la E), su perrito se llama Eisten y su canario se llama Eric Estrada. Se enamoraron perdidamente cuando tuvieron línea al mismo tiempo. Compraron allí una casita en dónde viven. Vienen de visita durante toda la temporada y ahora que Ernesto se jubiló, turistean y están mayormente al pedo..


Ernesto saca la cámara lentamente, mientras Edith se acomoda al lado del Gordo, quien, con la brocha dispuesta, sonríe inmutable y congelado para la foto. Mal tipo el gordo segun dicen, triunfó en Estados Unidos y ahora su hijo mendiga segundos mediáticos por los canales de televisión. Seguro que al hijo no le hacen una estatua.


De golpe y porrazo, Ernesto cae desplomado. Un pillo, un oportunista, un punga como les llaman ahora, pasa por al lado de él cual rayo y le birla la cámara. Otro pasa por el otro costado, corriendo como Usain Bolt y le tironea la billetera con éxito. Un tercero, más petiso y con cara de troll, le roba la cartera a Edith. Para cerrar este desfile milimétrico de precisión punguística, un cuarto malandra pedaleando en su bicicleta, corre despejando el paso de los posibles obstáculos y personas que pudieran ponerse en su camino para detenerlos.


El suceso transformó en pánico el paseo descontracturado de los viejitos, Ernesto venía de 4 bypass. En la billetera tenía la tarjeta de crédito que casi nunca sacaba  y un restito de la jubilación para comprarle un regalo a Edith. En otra época habían ahorrado bastante, y ahora trataban de disfrutarla yendo y viniendo del descubierto.


A toda velocidad, los ladrones corrian en sentido opuesto a Corrientes, sabían que no podían mantenerse juntos mucho tiempo.Sólo el mínimo indispensable para que los policías no los descubrieran, así que desarmaron la formación, intercalandose con el pasaje.Ni se esperaban la que se venía...


El grito de Edith despertó un intrincado esquema de sensores auditivos y el mecanismo se puso en marcha. Sandro, Tato, Renato y El Negro entraron en acción. Javier no, él si era una estatua. Minguito tampoco.


Tato activó con su teléfono una intrincada red neuronal y tablero de comando que desplegó la localización de los malandras, activada por calor y olor corporal. Lo último en tecnología de rastreo. Conectado por ondas cerebrales con el resto de los vigilantes, dividió las fuerzas para atrapar a cada uno de ellos.


Uno se metió en el subte, saltó el molinete e intentó disimularse con el pasaje. Total varios ahí adentro era pungas, la gente estaba en la suya, indiferencia y el olorcito que sólo los que viajan en la línea B pueden describir. El negro lo siguió corriendo y le hizo un “No Toca Botón” apretándole la cara con fuerza. Mientras tanto, uno de los pungas que pululaban por la formación, intentó hacerse el vivo y manotear una billetera. Con su mano libre, el negro largó un “Te Via Reventaaa” y lo tiró contra el piso. Como siempre el pasaje se solidarizó con el momento y le propinó una generosa golpiza al punga que jugaba de local. A la salida del subte, El Negro llevaba al ladrón por el cuello.


Otro se guareció en una manifestación de izquierda que marchaba sobre Callao. El día estaba lindo y pintaba el cachengue protestante.  Renato lo corrió por entre la multitud, saltando con pasitos de Johnny Tolengo, hasta darle alcance. “Volá Puto”alcanzó a decir el pibe chorro. “Vení para acá que te reviento!!” le dijo Renato. “No, porque me vas a pegar!”. “No, te voy a regalar el arrebato de oro, vení para acá” Y destrozó en su camino un bombo y dos trompetas de los manifestantes, demasiado tomados como para poder reaccionar. Hasta que lo agarró de las mechas y en vez de darle un minúsculo coscorrón, le tiró un sopapo de esos que te aturden.


El petiso se metió en un cabaret. Adentro, semi vacío, un colombiano estaba siendo desplumado por consumiciones con agua y mujeres feas pero generosas de carnes.
Se atrincheró detrás de la barra y comenzó a tirarle al Negro botellas. El cyborg del Negro estaba programado con la habilidad circense rosarina. Nada había sido dejado al azar en su confección.


El cuarto, que volaba en la bici,  se le escapó a Sandro, todo porque dos “Nenas” de Banfield estaban de paseo y al verlo se le abalanzaron como si fuese una aparición mística. Al darse cuenta que no era de carne y hueso lo largaron, pero de todas maneras le regalaron su ropa interior estilo “Pezcalandia”.


Desde el comando general ubicado en la plaza de la Biblioteca Nacional, El General y Evita felicitaban a sus soldados al ritmo del meneaito. En triplex de miga con el cuartel general y con el Vaticano (opa, esa no se la veían venir).


En la oficina del Super Secretario de Seguridad se lamentaban no haber tenido la idea de los robots. En el bunker del Ministro de Seguridad de la Ciudad pensaban lo mismo, y si en vez de tanta cámara y cerco a las plazas hubiésemos invertido en robots.


“Cómo que el grupo de pungas de la zona centro fue desmantelado?” Esa frase vino directamente de uno de los jefes policiales de la zona, con un pedazo de doble muzza recorriendo su comisura, ante el informe del punga que había logrado escapar.


“No me gusta nada esto, volá pibe, reclutá los reemplazos de tus amigos en la Villa. HEREDIA!! Dónde está este pelotudo?. “Si señor”, llegaba Heredia corriendo - “Haga pasar a Solange que se está empolvando la nariz en el toilette”. Acto seguido, Heredia ofrendó las voluptuosas cachas de la travesti, lista a rendir pleitesía. “No quiero hacerlo esperar al Sr diputado, usted primero”. En un segundo plano, el funcionario público terminaba de empolvarse su nariz y se unía a la fiesta.


Todos desconocían la verdadera esencia y origen de los robots. Justamente nada tenían que ver con una acción del gobierno de turno ni un proyecto especial del INVAP o Tecnópolis.


Esto venía de más arriba. Y no precisamente de norteamérica. Del espacio sideral.

La inseguridad tenía contra. PEEEEEDRO!

2 comentarios:

  1. No paraban de venir a mi mente esas imágenes de los super héroes droides del sub-desarrollo. Gran texto nene.

    El Cachorro

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