“Siempre lo mismo, nunca juntamos 10 en la semana. Y cuando empieza
el campeonato somos 16. Las lesiones y las malas campañas hacen que ahora nos
falte gente. Conseguir suplentes, una utopía”.
Rafael estaba podrido de organizar. Sus amigos descansaban todo en él. Corría
como un loco en la semana, mandaba mails, llamaba por fono, dejaba mensajitos
en FB.
“Yo tengo un amigo que la mueve” dijo Esteban. A Esteban no se le conocía
un amigo. “Y creo que puede traer dos más”. “Deben ser esos nabos con los que
juega juegos de rol, no deben saber ni parar una pelota”. Martín, el jodón del
grupo no podía dejar pasar una, como en la cancha. Jugaba de
cinco a fondo y entraba siempre con una amarilla de ventaja.
Ese día en la cancha el arbitro se había puesto firme. “Pierden los puntos”.
Y es el tercer partido, van a quedar eliminados del campeonato.
Los rivales se relamían viendo como les iban a pasar por arriba. Encima, el
“Milan” cómo se llamaba el equipo en un acto de originalidad increíble, era de esos casos raros de equipos conformados
por gente joven que no salen de noche. Con eso y su impecable estado físico
producto de entrenar dos veces por semana en los bosques, no era casual que se
encaminaran al tri campeonato.
"A mi me avisó por mensaje el rata, está fisurado y no va a poder
venir. El mensaje es de ayer a las tres de la mañana" dijo Lucas, el
arquero, con la valla más vencida del condado.
“Noo ya somos tres menos” dijo Pablo, viendo un futuro de canasta llena. Había
que ver los malabares de Pablo para llegar a jugar
“Ahí viene el auto de Esteban, se ve gente adentro. Son Minitas!!. De donde
las sacó? El pelotudo trajo porristas”, gritó mientras elongaba Martín.
Se bajaron del auto. Tres corpulentas señoritas, o por lo menos señoritas
wannabe, con look Sporty Spice y listas para jugar.
“Hola chicos, dijo Esteban. Ellas la mueven. Juegan la
liga Zona Roja de fútbol trav y el campeonato inter murgas de San Telmo.
“Dejate de joder”, dijo martín temiendo tener que compartir la zaga central
con una de las chichis.
“Che, por ahí Esteban tiene razón, démosles una oportunidad” buscó razonar
el cordobés. “Te vi man le guiñaste un ojo, acusó Lucas, “Sos un fiestero del
orto”. Nunca mejor usada esa analogía.
El equipo contrario no salía de su asombro. El capitán fue a hablar con el árbitro
y con uno del Comité Organizador para pedir los puntos.
“Técnicamente están en condiciones de jugar. Son 9 jugadores, el reglamento
no hace diferencias de género. Solamente específica que sí son perros tienen
que ser humanos que jueguen mal, para no entrar en conflicto con las tiernas
ofertas de Mapa”.
El capitán aceptó a regañadientes. “Sí después lesionamos a alguno o uno de
mi equipo sale lesionado va a haber goma”.
“Ay!” dijo Jennifer “Yo no tengo drama que haya gomas, tirarlas es nuestra
especialidad”.
Después de ordenar reglamentariamente el partido, las camisetas 14 18 y 24
fueron asignadas a Jennifer, Nancy y Yirli. “Me queda entalladita, el color no
va con mis uñas pero bueno” dijo Yirli, cuya espalda parecía tallada a mano y
en algún momento supo bolsear cemento en una obra en construcción del barrio de
Monserrat.
Pablo, haciendo las veces de técnico del equipo, tuvo la difícil tarea de
parar el equipo. Aunque más de uno ya se había parado al verlas.
Puso una chichis por línea, como para balancear, puteando a los ausentes e
hinchado las pelotas de tener que hacer magia de un equipo sin rumbo.
Empezó el partido, primera pelota dividida en mitad de la cancha,
intercepta Yirli pase en profundidad para Nancy que define con un fierro ante
la salida del arquero.
No tiene mucho sentido ahondar en detalles, el partido terminó 4 a 0. Inobjetable, y encima
les hicieron precio.
En el vestuario nadie, excepto el cordobés, quería ducharsre. “Cuchame
hermano no todo es garche, miras para otro lado y listo” dijo el cordobés, “Pasen
chicas, está calentita”. No se sabe que pasó en ese vestuario.
El equipo rival quiso apelar nuevamente, pero no hubo caso, estaba todo en
regla. No se si iban a mantener el nombre Milan, porque los iban a tildar de
salames de aquí a la eternidad.
Esteban estaba agrandado, sus “amigos” habían logrado lo imposible. Era lo
más cercano a ser el héroe de un equipo en donde había sido convocado por
conseguir juegos de Wii chipeados gratis.
“Equipo que gana no se toca. Con está base podemos ser campeón”. El técnico
pensaba ilusionado. El tercer tiempo se llenó de euforia. Pasajera.
Nunca más las volvieron a ver. En la semana entrenaron como nunca, ninguna
de ella vino. Los ausentes sin aviso del partido anterior, luchaban por un
lugar en el equipo y no creían lo que les contaban los gladiadores del sábado.
Una razzia en el bulín en donde trabajaban encontró drogas y un arma con la
que habían matado un poli hace un tiempo. Especialmente la falta de arreglo con
los polis llevaron a las chicas en el expreso sin escalas a Batan,
Los partidos siguentes fueron como nunca. Todos presentes a ver sí las
chicas volvían. No pasó.
Social Fútbol salió tercero en el campeonato. Esteban filmo cada partido y
se lo hizo llegar a las chicas. Una tenía una netbook que le regaló un amigo/cliente
y siguieron atentamente la campaña del equipo.
No llamó la atención el cordobés, haciendo visitas sanitarias a Nancy.
Cuando salieron, el equipo se había desmembrado. Ellas no, eso estaba
claro.
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