"Dios que mal me siento". La cabeza de
Rrob daba vueltas, su estómago giraba en sentido contrario. Debo volver al cubil
o Bourbon sancionará a alguien.
La quietud del Deer hizo sospechar a Rob, aunque no logró cambiar su
destino y finalizó desplomándose.
Horas más tarde, con su cabeza aún en vértigo, logró incorporarse y
dirigirse tambaleando al puente de mando. Allí debería hacerse cargo de su
turno de vigilancia.
"Donde se fueron todos?" “Otra vez me perdí el simulacro de
evacuación por gas venenoso?” La última vez, Rob había olvidado el
procedimiento de rutina AVH 1456 y tuvo que estar un mes descontaminándose a
través de una sonda anal.
El Deer está aterrizado en este planeta llamado Shalamar. “Teddy, -así le
gustaba llamar a Rob a la computadora central -, dame toda la información que tengas
sobre la misión y Shalamar.
“No me llames Teddy borracho”, contestó la computadora, haciéndose la
ofendida. “Soy la Unidad
Inteligente de Control Estelar Número de serie 954254”.
“No tengo tiempo de discutir Teddy, dame esa información ya mismo o te
flasheo la Eprom y le pregunto a tú personalidad de reemplazo” amenazó Rob.
“Ok ok, maldito” dijo a regañadientes Teddy, por lo bajo para no ser
escuchado. En ese momento le dio todos los detalles de Shalamar, olvidando a propósito
el tema de los mosquitos, disfrutando anticipadamente de las consecuencias.
“Tiene que haber alguna forma de dar con la tripulación, es muy extraño que
todos hayan desaparecido sin siquiera avisar, dejar un post it, no se”... En
ese momento recordó que Jeremy tenía una webcam instalada en su rodilla derecha
y que podía linkearla con uno de los monitores del Deer, si lograba detectar la
frecuencia.
Luego de un par de intentos de conexión con redes de lugareños encriptadas,
hizo contacto con Jeremy.
Al conectarla y empezar a transmitir, pudo ver la imagen de un calabozo y
los rostros abatidos de su tripulación, parecía que los habían golpeado. No
estaba Flash. Como la cámara no tenía audio, le alcanzó con saber que estaban
prisioneros para saber que debía ir a buscarlos. No tanto porque los extrañaba, como porque
Clelia hacía su comida y tenía el apetito de 200 Kzongs.
“Rápido Teddy!! Coordenadas de Transmisión”. “Ya vaaa, ya vaaa” dijo Teddy,
escupiendo una tira de papel con la información.
Tan rápido como pudo, se calzó el traje de exploración casual primavera
verano y emprendió camino sin saber con lo que se iba a encontrar. Por suerte iba
rápido en uno de los slayers de la
nave. Los slayers eran una especie de deslizadores para una o
dos personas, que adaptaban el campo gravitacional del planeta en cuestión,
para crear un campo magnético capaz de lograr el traslado.
Una vez afuera, más precisamente a los 7 minutos de tocar suelo shalamaretti,
tuvo su primer encuentro con unos mosquitos del tamaño de botellas de ananá
fizz. “Qué es esto? Tedyyyyyy, no me avisasteeeee”.
Huyo como pudo de la nube de mosquitos, a toda velocidad, sumergiéndose en
una fosa de barro hasta que se le hizo una película lo suficientemente gruesa y
olorosa para despistar a los mosquitos.
“No va a durar mucho tiempo esta protección. Tengo que llegar al punto de
transmisión…”
Continuará...
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